Desde Idaho, Estados Unidos. Me encontraba un poco alejada de las noticias sobre los Juegos Olímpicos, inmersa en mis propios asuntos. Fue entonces cuando mi esposo, de origen mexicano, me lanzó una pregunta que encendió algo en mí: “¿Pero tu país no es una potencia en deportes? Béisbol, voleibol, natación, atletismo…” En ese momento, la chispa del orgullo dominicano prendió dentro de mí.
“¡Por supuesto que sí!”, le respondí, recordando con pasión nuestras victorias en el béisbol, los logros en el voleibol, y la fortaleza en el atletismo. Sin embargo, a pesar de nuestro indiscutible talento, me di cuenta de que no había estado siguiendo de cerca los Juegos Olímpicos de 2024. Me puse a investigar, y no tardé en descubrir que varios atletas dominicanos estaban dando lo mejor de sí en las competencias. Pero lo que realmente hizo que mi corazón latiera con fuerza fue enterarme de que Marileidy Paulino, nuestra Marileidy, había llegado a la final. Ahora es oro con un récord de 48.17, increíble!
Con un nudo de emoción en la garganta, le dije a mi esposo: “¡Esa mujer es dominicana! ¡Está en la final!” Y en ese instante, supe que no solo era ella quien corría por esa medalla; era toda la República Dominicana, era cada uno de nosotros, llevando en sus piernas la esperanza, la fuerza y el coraje de un país entero.
Marileidy no es solo una atleta; ella es el símbolo viviente de lo que significa ser dominicano. Como escritora, me esfuerzo cada día por llevar mi voz al mundo, por compartir las historias y virtudes de nuestra gente, por resaltar el alma de nuestra nación. Al ver a Marileidy en la pista, siento que ella refleja ese espíritu indomable que corre por nuestras venas. En la República Dominicana, cuando nos proponemos algo, no hay montaña que no podamos escalar. No solo ponemos disciplina, ponemos el corazón, ponemos el alma, y lo hacemos con una pasión que pocos pueden entender.
Cuando supe que Marileidy había conquistado el oro, sentí una ola de orgullo que me llenó por completo. Todos somos Paulino. Su victoria no es solo un triunfo personal, es un faro que ilumina el camino para todos los dominicanos, una muestra de que con esfuerzo, dedicación y fe, todo es posible.
Hoy, más que nunca, me siento inspirada a seguir escribiendo, a seguir luchando, a seguir elevando el nombre de mi país con cada palabra, con cada historia. Porque al igual que Marileidy, yo también llevo a la República Dominicana en mi corazón, y sé que no hay sueño imposible.
Con orgullo, desde lo más profundo de mi ser, digo: soy dominicana, y todos somos Paulino. ¡Gracias, Marileidy, por recordarnos de qué estamos hechos! Que Dios te bendiga y te guíe siempre en tu camino hacia el éxito.
OMG! Amé esta reseña llena de ilusión, emoción, pero sobre todo mucha dominicaneidad. Leer esto es un recordatorio a todos esos dominicanos, y personas en general, de que los sueños son posibles. Sin importar si eres de una potencia, un país en el medio oriente, o incluso de una pequeña isla compartida con otra nación. Pequeña en territorio, pero igual de grande en sueños y logros. Todos los sueños son posibles.
Así es, cuando un dominicano se propone algo no hay montaña que no pueda atravesar por cumplir sus mentas!