A propósito de está navidad 2024 que se avecina. Hace tiempo que no hablamos. No es que no crea en Él, sino que a veces me pregunto si nombrarlo vale de algo. Sin embargo, cuando las luces de la Navidad comienzan a brillar, recuerdo la figura que marcó no solo mi vida, sino la historia de la humanidad.
El hombre de Nazaret: Historia y contexto
Jesús de Nazaret es, sin duda, una de las figuras más influyentes de la historia. Su vida marcó un antes y un después tan significativo que la humanidad decidió dividir el tiempo en antes y después de Cristo (a.C. y d.C.). Este sistema, propuesto siglos después de su muerte, refleja la magnitud de su impacto: más de 50 siglos fueron contados antes de Él, y ya llevamos 20 después de su venida.
Según los evangelios, nació en Belén durante el reinado de Herodes el Grande, aproximadamente entre el 6 y el 4 a.C. Aunque la tradición celebra su nacimiento el 25 de diciembre, la fecha real es incierta, ya que los primeros cristianos no daban importancia a los cumpleaños.
Historiadores como Flavio Josefo y Tácito confirmaron la existencia de un líder judío llamado Jesús, crucificado bajo el gobierno de Poncio Pilato en el siglo I. Era un hombre que desafió las normas de su tiempo, predicando un mensaje revolucionario de amor, compasión y perdón en un contexto dominado por la opresión romana y las estrictas leyes religiosas del judaísmo.
Reflexión personal: Más allá de la historia
Pero más allá de la historia y los datos, Jesús significa algo más profundo para muchos de nosotros. Para mí, no importa si nació un 25 o un 23, o si científicamente se puede probar cada detalle de su vida. Lo que importa es lo que inspira.
Cuando las cosas van bien, lo imagino sonriendo conmigo; cuando me equivoco, pienso que coloca su mano en la frente, como un padre que sabía que fallaría pero aún así me ama. Y cuando estoy al borde del abismo, siento su presencia serena, como un ancla que me sostiene.
Sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿cómo podemos seguir creyendo en un Jesús que aún no ha regresado, mientras el mundo sigue sufriendo? Es una pregunta que muchos han planteado a lo largo de los siglos, pero para mí, vivir sin Él sería mucho más difícil.
La Navidad, aunque a veces se siente comercializada, me recuerda la esencia de su mensaje. No celebro su nacimiento como un hecho histórico, sino como una fuente de inspiración. Las luces, los abrazos familiares, los regalos dados con amor: todo eso refleja su espíritu.
Jesús nació en corazones y mentes, no solo hace dos mil años, sino todos los días, cuando alguien elige el amor sobre el odio, la compasión sobre el juicio. No importa si los creyentes lo llaman eterno o si los escépticos lo ven como una creación de nuestras necesidades más humanas. Para mí, Jesús es una guía, una fuerza que me impulsa a ser mejor.
Conclusión
Jesús no solo fue un hombre; es un símbolo de esperanza y transformación. Quizás no todos crean en Él de la misma manera, pero pocos pueden negar el impacto que su vida y mensaje han tenido en la historia.
Al final, no importa si nació en Belén o Nazaret, invierno o en primavera. Lo importante es lo que inspira: amor, unión y la posibilidad de renacer, incluso en medio de nuestras peores caídas.