El 23 de noviembre marca nuestro cuarto aniversario de matrimonio, un hito que me lleva a reflexionar profundamente sobre la naturaleza y el propósito del matrimonio. ¿Qué es realmente el matrimonio? ¿Es una sociedad en la que dos individuos con intereses comunes se comprometen a trabajar juntos, corrigiendo fallas hasta que funcione o se mueran en el intento? ¿O es una prueba temporal, en la que después de dos o cinco años, si no funciona, cada uno sigue su propio camino?
El Matrimonio según la Biblia: Según la Biblia, específicamente Mateo 5:32, la única causa justificable para el divorcio es el adulterio. La perspectiva bíblica ve el matrimonio como un pacto sagrado y permanente, donde la fidelidad y el compromiso inquebrantable son fundamentales. Esta visión promueve la idea de trabajar juntos a través de las dificultades, buscando siempre la reconciliación y el fortalecimiento de la unión.
El Matrimonio según la Sociedad: Sin embargo, la sociedad moderna tiene una visión más pragmática del matrimonio. Reconoce una variedad de razones adicionales para el divorcio, como la violencia doméstica, la incompatibilidad de caracteres, problemas financieros, diferencias irreconciliables, y falta de comunicación, entre otras. En muchos lugares, el matrimonio es visto como una unión contractual que puede ser disuelta si deja de cumplir las expectativas de felicidad y bienestar de los individuos involucrados.
La visión social del matrimonio también pone un fuerte énfasis en la igualdad y el respeto mutuo. Las parejas son alentadas a construir relaciones basadas en el amor, la confianza y la cooperación. Además, la sociedad moderna tiende a aceptar la diversidad en las formas de familia, incluyendo matrimonios del mismo sexo, y reconoce la importancia de la compatibilidad emocional y la satisfacción personal dentro de la relación.
Experiencia Personal en el Matrimonio: Después de más de tres años de matrimonio, mi esposo y yo hemos aprendido que no todo es miel sobre hojuelas. La esperanza o desesperanza en una relación matrimonial surge de múltiples factores. Aspectos cruciales incluyen cómo cada individuo interpreta el amor, su lenguaje del amor, la manera en la que se crían a los hijos, y cómo se gestionan las responsabilidades del hogar. La vida en común puede ser una bendición o una pesadilla, dependiendo de cómo se manejen estas áreas. Es esencial tener claridad y consenso en muchos aspectos, o de lo contrario, la convivencia puede volverse un verdadero infierno.
Estar en una relación donde constantemente reina el caos debido a diferencias puede ser agotador. Vivir en un ambiente donde la manera en que tu pareja te trata no es la esperada, puede ser desgarrador. Esto crea un estado constante de supervivencia, donde la felicidad es esporádica y la paz es rara.
¿Pero realmente puede alguien cambiar por amor? La respuesta, desde mi perspectiva, es no. El amor es un sentimiento inherente a un individuo, pero el cambio debe ser una decisión personal y consciente. Después de una ruptura, creo que es posible reconstruir y fortalecer la relación, pero esto requiere una verdadera transformación personal. El individuo debe querer resetearse, cambiar su mentalidad intencionalmente, y así, con el tiempo, verá cambios en su entorno, en su matrimonio, en sus hijos, en su hogar y en sus finanzas.
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El matrimonio en sí mismo no transforma a las personas; es el esfuerzo individual de cada uno lo que trae la verdadera transformación. El primer paso es reconocer que hay un problema y luego tomar medidas para solucionarlo. El cambio es posible, pero requiere un esfuerzo monumental, a veces demandando la mitad de la vida. Incluso entonces, hay que estar consciente de que antiguos comportamientos pueden resurgir en cualquier momento. Un cambio radical y total sin secuelas es casi imposible; siempre habrá desafíos y momentos difíciles.
En conclusión, el matrimonio es un viaje complejo y desafiante que requiere esfuerzo constante y compromiso. Es un proceso de crecimiento personal y mutuo, donde ambos deben estar dispuestos a cambiar y mejorar no solo por el bien de la relación, sino también por su propio bienestar. Con determinación y amor, es posible construir una relación sólida y duradera. Tanto la perspectiva bíblica como la visión moderna de la sociedad ofrecen valiosas lecciones sobre la importancia del compromiso, la comunicación y el respeto en el matrimonio.